Una empresa 100% familiar con más de 30 años en el mercado.
Érase una vez un niño oriundo de una tierra de altos contrastes. Entre el helado páramo andino y el sol radiante de un país ubicado en la mitad del Mundo, Montúfar es el cantón que vio nacer al Gerente General de Maderas Andinas Cia.Ltda., Madeortega.
La infancia de Santos David Ortega Pozo, estuvo sumida en la simplicidad. Sus padres, aguerridos trabajadores, se dedicaban a cultivar la tierra la mayor parte del año. Aunque siempre generosa la Pacha Mama, el dinero era escaso; pero nunca impidió la escolarización de los hermanos, ni tampoco las grandes ideas o emprendimientos.
La primera empresita familiar producía ladrillos de barro para la construcción. Todos participaban, incluso los animales. La “Colorada”, una yegua de mediana edad, no solo era la cómplice de tres niños que la montaban para controlar la producción de los ladrillos, sino la delegada de la mezcla del barro.
Los recorridos a la escuela eran largos pero no sólo tenían palos, piedras y lodo sino de alegrías, juegos y mucha hermandad. Un día, atrasado a un acto escolar y sin zapatos, David cerró los ojos y recuerda que le pidió a Dios que si le ayudaba a “volar”, prometía ser un niño menos travieso y más obediente. De tanto apretar las muelas rezando, recuerda que dentro de nada se encontró en medio del patio de la escuela. Desde ese día cree que es un hombre que lo consigue todo y que la fe mueve montañas. “De lo poquito que tengo, lo he conseguido con Fe”, afirma.
Saliendo de su tierra, los años en el Seminario Mayor de Quito le enseñaron la disciplina, la verdad, la sinceridad, lo que hasta el día de hoy caracteriza a “Don David”. Esos años y el sacrificio de sus padres, lo llevaron a estudiar economía. Al tercer año, sus padres vendieron todo y se trasladaron a la capital para montar una tienda de abastos de barrio.
Durante 10 años fue servidor público, en el área de estadísticas del entonces Ministerio de la Pequeña Industria, donde adquirió experiencia y capacidad de escoger lo mejor para el país. Aunque tarde, al fin Dios le iba a dar lo que le tenía preparado.
Conoce a su esposa y a su primo, y forman parte de una sociedad llamada “Proveedores Asociados”. Durante 10 años la sacan adelante inclusive durante fines de semana. Como nunca antes la abundancia rebasó a todos y la vida les pone a prueba: el banco embarga las propiedades por un manejo inadecuado del Gerente Financiero.
Prácticamente en la banca rota en el año 97, se le incrusta en la retina la idea de ser un empresario. A sus 48 años era operario de maquinaria, empacador de producto, vendedor y hasta cobrador. Consigió comprar un automóvil Hyundai Elantra que conducía acompañado de su familia; con él compraba la materia prima fuera de la capital (la madera de pino), y regresaba a procesarla en la entonces fábrica “Palillera de los Andes”. Luego su empresa cambia al nombre comercial “Maderitas” hasta al 2010. Nombre que por cierto a día de hoy nadie olvida. La empresa fue creciendo y cambia a “Maderas Andinas Cia.Ltda, Madeortega”.
Se embarcan en la compra de un terreno en el corazón industrial de Sangolquí, y en el montaje de una fábrica con cinco naves para procesos productivos, administrativos y bodegas, con proyectos de extensión… aunque para muchos seguimos siendo “Maderitas” así en diminutivo.
El 10 de noviembre Don David cumplió 73 años, y ya quisiera jubilarse, comprar una pelota de básquet y volver a sus años de baloncesto; irse a un partido de su equipo de fútbol “El Nacional” o ver una película en “estas nuevas salas de cine”. Quisiera viajar a cualquier parte del mundo pero con su familia… Pero Madeortega es su segundo hogar.
Y aunque actualmente son tiempos difíciles para la producción nacional, cierra los ojos, regresa a ese camino a la escuela, y una vez más le pide que le de la mano, y dice “Dios aprieta pero no ahorca”.